Annual: 10.000 muertos y el rescate de un rey

“¡Vaya, pues sí que está cara la carne de gallina!” dicen que se oyó en los pasillos del palacio real de Madrid, al conocerse el precio fijado por la liberación de los prisioneros de Annual.

Corría el mes de enero de 1923 y en España aún sangraban las heridas del desastre ocurrido en Annual. La labor negociadora de Horacio Echevarrieta — empresario vasco, amigo íntimo del rey y republicano convencido — fue fundamental. Gran conocedor de la zona y muy respetado por el propio Abd el Krim — a quien consideraba hombre de palabra —  pagó parte del rescate de su propio bolsillo e incluso se ofreció él mismo como rehén.

Los 357 supervivientes de la masacre de Annual fueron liberados tras el pago de una cantidad fabulosa, 4 millones de pesetas (algunos cálculos arrojan un equivalente a 14 millones de euros, aunque podría ser mucho más). Habían pasado 18 largos meses de cautiverio en manos de los guerrilleros rebeldes de Abd el Krim.

Se cumplirá en breve un siglo del desembarco en Alhucemas, una gran operación anfibia hispano-francesa, que puso fin a la guerra de Marruecos. El desastre de Annual fue el punto de inflexión en aquella aventura insensata a la que se lanzó al pueblo español por los intereses de un puñado de personas en las altas esferas de varios países europeos.

Los orígenes

El protectorado español en el norte de Marruecos se había acordado en 1906, durante la Conferencia de Algeciras. Gran Bretaña, que no quería de ninguna manera a una gran potencia al otro lado del estrecho de Gibraltar, apoyó la iniciativa francesa de ceder esta parte, la más pobre, agreste y rebelde a España. Eso era, con mucho, preferible a que cayera en manos alemanas. No se haría efectivo hasta 1912, aunque España llevaba interviniendo en la zona desde hacía mucho tiempo.

La parte española del protectorado abarcaba algo más de 50.000km2, y estaba dividido en dos zonas separadas:

• Al norte, una estrecha y árida franja de terreno desde la costa atlántica hasta un poco más al este de la ciudad de Melilla.
• Al sur, un terreno situado entre el protectorado francés y el Sahara Occidental español.

Fuera del protectorado quedaban:

• La ciudad de Tanger quedaba también fuera del territorio asignado a España, como territorio internacional en 1923.
• El Sahara Occidental, zona que comenzó a ser ocupada por España a finales del siglo XIX.
• Sidi Ifni, que era un enclave colonial a parte y que fue anexionado definitivamente en 1934, no formaban parte del Protectorado.

Después de la pérdida de las últimas colonias en 1898 se le presentaba a España una segunda oportunidad para tener un imperio colonial. Además, necesitaba terreno alrededor de Ceuta y Melilla para poder protegerlas mejor de los casi constantes ataques de los rifeños.

Tras años de campañas infructuosas, entre finales de julio y principios de agosto de 1921 se llevó a cabo una temeraria operación militar dirigida por el general Silvestre. Unos 18.000 soldados españoles e indígenas se adentraron en territorio hostil. Su misión era la de afianzar y ampliar las posiciones alrededor de Melilla, extenderlas hacia el oeste del protectorado y frenar los constantes ataques de las jarcas rifeñas rebeldes lideradas por Abd el Krim.

Annual, el desastre que lo cambió todo

A la ineptitud del mando habría que añadir que los soldados eran en su mayor parte quintos, de los cuales algunos no sabían ni disparar. Estaban mal equipados, la corrupción era endémica, en el  mercado negro los oficiales vendían el material de la tropa, incluso los caballos se vendían al mejor postor. El calor era abrasador y la logística penosa. Muchos de los blocaos, aquellos puestos dejados a su suerte para guarnecer la retaguardia, no tenían agua, incluso en algunos los hombres tenían que recorrer hasta 4 kilómetros para conseguirla. Con este planteamiento, Silvestre hizo, él solito, la labor de divide y vencerás contra su propio ejército.

La derrota se produjo durante la retirada, sin orden ni concierto, en la que no hubo piedad. Se calcula que murieron unos 10.000 hombres. El general Silvestre se suicidó. Los restos del ejército español, tras grandes sufrimientos, lograron llegar poco a poco a Melilla. Los rifeños capturaron con vida a unas 570 personas (entre militares y civiles). De ellos, tras más de 18 meses presos, solamente 357 sobrevivieron para ser liberados.

Lo ocurrido en Annual fue tan grave que se ordenó una investigación exhaustiva al general Picasso. Se puede acceder a una edición resumen del expediente, publicado por el BOE en 2021. En el informe se detallaron las causas del desastre. La monarquía cayó en el descrédito más absoluto y solamente continuó por inercia y por la enérgica actuación del capitán general de Cataluña, Primo de Rivera, que tomaría el poder mediante un golpe de estado en 1923 y que, al menos en parte, solucionaría la situación. Él mismo conocía bien el terreno de Annual, como joven teniente, había participado en la Guerra de Margallo (1893).

Para entender todo lo que sucedió antes, durante y después, hay océanos de bibliografía, pero para mí, es imprescindible la trilogía La forja de un rebelde (novela biográfica de Arturo Barea) y la serie del mismo título, de RTVE, dirigida por Mario Camus.

Lo que se dice del Rey ¿fue real?: Su labor humanitaria

Dicen las malas lenguas que el rey de España, D. Alfonso XIII, al conocer la enorme cifra del rescate pedido por los prisioneros de Annual, exclamó “¡Vaya, pues sí que está cara la carne de gallina!”  Los libros de historia están llenos de frases apócrifas como esta, adjudicadas a personajes importantes. Cierto es que, muchas veces, si no las dijeron, podrían haberlas dicho perfectamente. Además, a Alfonso XIII se le achacan muchos vicios que podrían ser ciertos. Sin embargo, tengo serias dudas de que esta frase saliera de sus labios, sobre todo después de conocer su importantísima implicación en las labores humanitarias llevadas a cabo solo unos años antes, durante la I Guerra Mundial.

En 2019 se pudo ver en el Palacio Real de Madrid una completísima exposición titulada Cartas al Rey. Todo comenzó a los pocos días de comenzar la Gran Guerra. Personas de todo tipo, pero sobre todo gentes comunes y corrientes, comenzaron a enviar cartas a la Secretaría de su Majestad para pedir que intercediera en su favor, no tenían noticias de sus seres queridos, tanto militares como civiles. Casi todas procedían de Francia y Bélgica, pero luego comenzaron a llegar de otros frentes, como el de los Balcanes o los Alpes.

En Bruselas en esos terribles momentos se encontraba como embajador el Marqués de Villalobar cuya labor humanitaria fue formidable durante toda la ocupación de Bélgica por las fuerzas alemanas, que duró toda la guerra. Fue mucho más allá del deber le imponía como embajador. Desde luego mucho más de lo que se le podría exigir a un hombre que había nacido sin piernas. Era uno de los tres protectores, embajadores de potencias neutrales, encargados de proteger en lo posible las vidas de los civiles y los prisioneros de guerra. Murió de agotamiento en 1926.

Las relaciones familiares dinásticas de Alfonso XIII se convirtieron en algo fundamental (era primo carnal del Kaiser, a quien escribía de su puño y letra). A finales de 1915 se creó la Oficina de la Guerra Europea, su trabajo fue colosal y crucial para muchas familias. Al final del conflicto, en 1918, se habían atendido más de 200.000 peticiones.

No seré yo quien se erija en defensor de la monarquía, ni siquiera de aquel rey que repitió el exilio de sus ancestros, en buena medida por su mala cabeza. Pero hay que darle al César lo que es del César. La famosa frase tiene más pinta de haber sido atribuida por algún enemigo político. También la pudo pronunciar alguno de los lameculos con esmoquin y pechera cuajada de medallas, de esos más versados en valses y brindis que en el polvo de campo de batalla de lugares como Annual.

Desde luego, no abundan historias excepcionales como la de Echevarrieta o la del Marqués de Villalobar. A diferencia de todos los parásitos que pululaban en la corte, tanto uno como otro entendían perfectamente que la dignidad del ser humano estaba por encima de todo y lograron salvar muchas vidas. Rodeados de todos aquellos relucientes cortesanos y amigos del rey, seguro que ambos conocían perfectamente el valor de la carne de gallina.