Mi querido colega de viaje, hoy voy a monologar sobre la importancia de las pequeñas conexiones.

Creo que es más difícil crear y mantener amistades cuando nos hacemos mayores. Yo sólo tengo 25 años y me estoy dando cuenta de que el número de personas con las que me relaciono ha disminuido enormemente, y a menudo me resulta más difícil encontrar tiempo para esas interacciones mientras sigo con mi trabajo, intento cuidarme, hago las tareas domésticas, aprendo (he empezado a tomar clases de alemán para mejorar mi fluidez) y todas esas pequeñas cosas de mi día a día que ocupan una cantidad sorprendentemente grande de mi tiempo.

En este contexto, el consejo que siempre recibo es que me centre en pasar tiempo con las personas que son importantes para mí. La vida es corta y no tienes mucho tiempo libre fuera de tus responsabilidades, así que no lo malgastes con los que no te importan. Estoy de acuerdo con ese mensaje hasta cierto punto, pero -como todas las cosas en la vida- no es tan sencillo.

Creo que en un mundo moderno en el que la tecnología ha hecho más difícil mantener un sentido de comunidad en el mundo «real», las pequeñas conexiones son un antídoto contra el sentimiento de no pertenencia.

Hace poco mi padre me sugirió este podcast sobre el poder de las pequeñas interacciones. Son esas relaciones no tan profundas que entablas con la gente y que incluso pueden durar sólo un momento, como acariciar a un perro y hablar con su dueño, gente a la que quizá no vuelvas a ver en tu vida.

Recientemente, he empezado a buscar activamente esas pequeñas interacciones. En mi caso, han consistido en ir a la misma cafetería todas las mañanas para empezar el día de trabajo, charlar con compañeros de escalada en el gimnasio, asistir a Meetups (una gran aplicación muy recomendable) con otros jóvenes profesionales de Newcastle e incluso ir a ver a la misma cajera en Morrison’s cuando está trabajando porque es encantadora (aunque probablemente ella no se acuerde de mí).

En todas esas situaciones, no espero encontrar un mejor amigo con el que pasar todo mi tiempo. Eso ha supuesto una menor presión en mis ocasiones sociales y, como resultado, me ha permitido disfrutar más de ellas. Con menos presión y más disfrute, aumenta la confianza, así que cruzo los dedos para mantener esta dinámica positiva.

Estas pequeñas interacciones hacen que me relacione con la gente con mucha más frecuencia -algo importante para mí como trabajador a distancia- y que no me sienta tan aislado en Newcastle, una ciudad formada principalmente por estudiantes y familias, y en la que no hay tanta gente en mi etapa vital. Creo que en un mundo moderno en el que la tecnología ha hecho más difícil mantener un sentido de comunidad en el mundo «real», las pequeñas conexiones son un antídoto contra el sentimiento de no pertenencia.

También he empezado a desarrollar amistades a partir de este método; da la casualidad de que he conocido a otros 4 hablantes/aprendices de alemán en los encuentros de jóvenes profesionales que os he mencionado antes, así que creé un chat de grupo con todos ellos y ayer fuimos a tomar un café. Estamos pensando en hacer algo parecido la semana que viene, y me hace mucha ilusión.

Bueno, esto es todo por hoy. Estoy deseando saber si esto te ha inspirado a buscar esas pequeñas conexiones y me encantaría conocer tus propias experiencias, así que no dudes en dejar un comentario aquí abajo.

Artículo traducido por Marc Borillo. 
Para leer el artículo original, podéis hacer click aquí.

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