Tiraron, y tiraron. Y el hilo, apareció en mí meñique. Traté de taparlo, estaba enfadado. Pero no se que coño me enfada más. Que Roy haya convertido uno de sus mejores juegos en “First Dates” o no saber cómo puñetas ha atado un hilo a mí dedo. Qué vergüenza…
En un bar.
– Vale, imagínate la escena; Manu y Paula estaban bailando al ritmo de One Direction, dándolo todo en ropa interior. Héctor, con un bol de ganchitos intentando concentrarse en la peli que estaba viendo, Shrek 2. Y yo en el suelo haciendo el gusanito. Entonces llegan los padres de Paula.
– ¿Y qué pasó?
– Bueno, pues fue un caos, se enfadaron mucho, normal. Alguien había atascado el váter y todo. Tuvieron que llamar a un fontanero a primera hora de la mañana. Yo creo que fué Héctor.
Estuvimos hablando durante horas, el show acabó y aunque estaba algo molesto, se me pasó enseguida en cuanto Will me invitó a una copa. Sentados en la terraza, copa tras copa, los temas eran más interesantes, copa tras copa, la conversación era más fluida, y copa tras copa, estábamos más cerca el uno del otro.
Fuimos a mí piso, que estaba más cerca y abrimos una botella de vino. Me acarició la mano y yo acaricié su pelo. Me besó y yo le mordí el labio. Me quitó la ropa y yo se la quité a él, le besé en el cuello, luego su espalda, él me zarandeó y me tiró a la cama. Nos reímos, follamos e hicimos el amor, mucho rápido y mal, luego con calma, cariño y delicadeza. Acabamos uno sobre el otro, una torre humana de carne abrazada. Estábamos sudados y exhaustos. Me levanté y encendí un cigarrillo de los de Paula; que va dejando por ahí cada vez que viene a casa. Entonces, fui a la cocina, me acabé el cigarro, abrí uno de los cajones y saqué un cuchillo de unos treinta centímetros. Luego lo clavé en el cuello que había besado, el cuello de… ¿“Biljelm”, “Uilem”? mierda, ¿cómo se pronunciaba?