Suelto todo el peso.
Caen las hojas al suelo.
Queda al viento mi esqueleto.
Baja la sabia a la raiz.
Allí puedo ver el matiz.
Me adentro en la oscuridad,
en la humedad.
Aflora la sensibilidad.
Pasa el otoño, pasa el invierno,
mientras disfuto del silencio,
de la suavidad del tiempo,
de la frescura del nuevo aliento…
Llueve.
Llueve fuera y llueve dentro.
Me desperezo
y un rezo, un canto,
me saca de mi letargo.
Estiro las ramas
y agarro el anhelo
que me estaba esperando.