De vuelta a la rutina; llegas tarde, ves cómo tus compañeros ya están haciendo pollitas de barro y te vuelves al bar para no tener que hacerlas tú. Te pones a dibujar, entras a la siguiente clase, y luego a la siguiente y a la siguiente hasta que acaba el día y cómo es viernes, te tomas una cervecita con tus amigos cómo buen estudiante de una carrera sin salidas que eres.

– Hoy es el día, tengo dos entradas para “Saurio: la Furia parte II”, ¿Quién quiere venir?

Todos nos quedamos mirando a Héctor. 

– No sé por qué ves esas mierdas. – Dijo Paula.

– Yo se que no son grandes obras maestras, pero es que cuando entro a la sala de cine, no pido eso, o al menos con esta película. Yo quiero ver dinosaurios dándose de hostias, y esta peli me ofrece exactamente eso. Ni más, ni menos. ¿Alguien se apunta entonces?

– Visto de esa manera… – Argumentó Manu. –  Lo siento pero yo no puedo, he quedado.

– ¿Con una chica pillín? – A Héctor, decir “pillín” no le queda bien.

– Tal vez… Bueno sí. 

– Esta vez, no bebas mucho, no te vaya a pasar cómo la última vez …

– Tranquila, Paula, esta vez no languideceré. 

– Qué palabra más fea. – Dije, burlándome de su entonación también.

– ¿Qué quieres que diga? 

– Pues que no se te levanta, coño. Tranquilo, le pasa a muchos hombres.

Firme estocada de Paula, ahí nos reímos todos, excepto Manu. Su problema de erección viene de lejos, su terapeuta dice que le viene del trauma de ver a su madre desnuda acostada con otro hombre que no era su padre, cuando tan solo tenía doce años.

– Sí, sí, muchas risas pero aquí no veo a nadie con pareja. Ni siquiera intentáis conocer a gente nueva.

– No creo en el amor. – Dijo Paula.

– Me gustan demasiado los dinosaurios para gustarle a alguien. – Dijo Héctor.

– Pues yo sí he quedado hoy con alguien. – Dije yo. A lo que le siguió una pausa incómoda. Tal vez no debí abrir la boca. 

– ¿Y con quién has quedado tú? Eh pillí–

– No lo digas, Héctor. No te queda bien.

– No, en serio, ¿con quién has quedado?

– ¿La conociste en Tinder?

– ¿Tiene hermanas?

– ¿Tiene todos los dientes?

– ¡Chicos! Por el amor de dios, dejadle en paz. Que nos cuente lo que quiera.

– Gracias Paula… Pues, a ver cómo digo esto… ¿Os acordáis del sueco ese? el nuevo que viene de Erasmus este último trimestre. Pues, él. Vamos a ver el espectáculo de Roy.

Otro silencio incómodo. Pero este es de los incómodos de verdad. Veo cómo todo ahora es a cámara lenta, y la mandíbula de Héctor empieza a bajar, muy poco a poco. Manu, frunce el ceño cómo si dos orugas muy peludas se apareasen y Paula da una calada a un cigarro infinito que saca más humo que una chimenea, y yo me siento observado y juzgado por mis amigos. Manu entonces, rompe con el silencio, intentando articular palabras.

– Pero… tú no… osea que tú no eres…

– Bueno chicos, se me hace tarde y tengo que irme, que no llego. ¿Nos vemos el domingo para hacer unas birras?

Manu sigue intentando formar una frase con sentido. Héctor aún tiene la mandíbula en el suelo.

– Después de mi concierto. No llegues tarde eh, que te he pillado entrada.

Su concierto. MIERDAAAAAA. Se me olvidaba que a veces Paula, se sube a un escenario y canta, rapea, y grita con muchas ganas. 

– ¡Allí nos veremos!



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