Mentiría si dijera que siempre me ha gustado aprender idiomas. Como la mayoría, encaraba la asignatura de inglés en la escuela con tedio, y si sacaba buenas notas era porque el nivel educativo general de inglés en España deja mucho que desear. En comparación con mis compañeros, era de los mejores de la clase, quizá debido a la gran presencia que la cultura anglosajona ha ejercido en mi vida a través del cine, televisión o internet, lo que me hacía sentir que hablaba bien inglés. Nada más lejos de la realidad: cuando me mudé a Inglaterra para cursar mi carrera en periodismo me di cuenta de las enormes carencias de mi inglés, no tanto a nivel gramático (pues en ese sentido es un idioma bastante sencillo) pero sí a nivel de comprensión, acento y falta de vocabularo. En aquel punto llevaba más de una década «aprendiendo» inglés. Supongo que lo que intento decir es que es difícil aprender un idioma y que lleva tiempo, y nada de lo que diga a continuación cambiará esa realidad. Pero también parece increíble que después de años cursando inglés, aún no me sintiera 100% fluido en el idioma. Claramente no me lo habían enseñado del modo correcto, o al menos no del modo más efectivo.

Fast forward a años después: ya me siento muy cómodo con el inglés y estoy realizando un proyecto de voluntariado en Siderno, en el sur de Italia. Mis otros compañeros son internacionales y hablan inglés entre ellos, pero los coordinadores y miembros del staff son italianos y hablan entre ellos en su lengua nativa. Por afinidad e interés por la musicalidad del idioma decido, desde el primer día, pasar la mayor parte de mi tiempo con ellos, expuesto al italiano constantemente, cada día, durante las tres semanas de proyecto. Sobra decir que el italiano se parece considerablemente al español y catalán, mis lenguas nativas, por lo que ya había una cierta base que me permitía comprender destellos de significado. Eso no quería decir que pudiera expresarme en el idioma o comprenderlo (diría que de entrada me enteraba del 20% de las conversaciones.

A los diez días de estar expuesto al idioma a todas horas algo hace click en mí y empiezo a entender casi todas las conversaciones. Empiezo a formar pequeñas frases en mi mente, y de alguna manera, empiezo a tener pensamientos en italiano. Pensamientos simples, frases cortas, pero me vienen en el italiano. Es difícil describir el chute de dopamina que aquello supuso. En tres semanas pasé de no entender nada a poder tener conversaciones básicas con los locales, lo que me permitió conectar mucho más con la comunidad de Siderno y sacarle más provecho a mi experiencia. Esa sensación se convirtió en adictiva y cada avance o logro en el idioma suponía una herramienta más para conectar con otros. Por eso, en cada proyecto posterior en el que había italianos les rogaba que se dirigieran a mí solo en italiano, lo que me ha permitido seguir puliendo mi italiano que, a día de hoy, aún está lejos de ser perfecto pero ya me siento muy cómodo hablándolo con huespedes del hostal en el que por el momento trabajo, por poner un ejemplo.

Sin embargo, como digo, con el italiano tenía una base preexistente (el hecho de que se trate de otra lengua románica). ¿Cuál sería entonces el mejor método para aprender una lengua totalemente distinta? Seguro que debe de haber métodos mucho más óptimos que los que se usan en la escuela para aprender de un modo más eficaz y sobretodo, satisfactorio. Un modo que te proporcione esos arranques de emoción por el idioma de manera más o menos regular, lo que al fin y al cabo, te permitirá no tirar la toalla.

He leído varios libros y artículos al respecto, además de consumido cantidad de vídeos de diferentes políglotas hablando de lo que a ellos les funciona mejor, y en con toda esa información he construido mi propio método. Un modo en el que poder aprender y ser fluido en un idioma en cuestión de poco tiempo, y sin matarse a estudiar. Ahora toca ponerlo en práctica para ver si funciona, he aquí la razón de éste artículo.

Usando este método específico (que no deja de ser una amalgama de otros métodos de otras personas muy brillantes) pretendo conseguir poder mantener una conversación en letón en pocos meses. La razón detrás de mi elección a la hora de elegir el letón es que pretendo mudarme a Letonia dentro de unos meses y me gustaría establecerme ya con cierta fluidez en el idoma.

Soy consciente de que en un mes no se puede aprender un idioma y que aún quedarán mil cosas por aprender y pulir (cosa que seguiré haciendo, pues el aprendizaje de idiomas nunca se detiene), pero lo que busco es esa sensación descrita conseguida en Siderno con el italiano y esa limitada pero existente fluidez en el idioma. Una vez llegado a ese punto, y estando expuesto a la lengua de modo constante como lo estaré, sé que el resto del aprendizaje será menos costoso. Construir esa base, es lo que me parece menester.

A través de la práctica pretendo perfeccionar mi método, para después compartir más detalladamente todo el proceso y herramientas para que tú también puedas aprender cualquier idioma que te propongas.

Si publico este artículo y hago público mi reto es para comprometerme de manera definitiva y así tener otro motivo para a no tirar la toalla. Y si estás leyendo esto ahora mismo, darte las gracias por acompañarme en este viaje.

Hablaré de mi progreso en mi newsletter personal, a la cuál os podéis suscribir aquí abajo. ¡Un saludo!

¿Quieres recibir contenido exclusivo de Marc Borillo?

Suscríbete a su newsletter personal, donde cada semana publica reflexiones, vivencias y recomendaciones de cine, libros o música

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *