Diana dejó su trabajo como profesora de universidad, viajó durante meses por Asia y cuando volvió a Portugal se hizo con una caravana, la camperizó y empezó a vivir siendo nómada
Conocí a Diana en el último proyecto ESC que realicé en Italia. Como ya habréis intuido con el encabezado, la suya es el tipo de historias inspiradoras que empujan a uno a reapleantearse todos los aspectos de su vida. Además, su trabajo como creadora de proyectos resulta de lo más fascinante: ha sido la mente detrás de proyectos de simulación de jerarquización social, con el fin de analizar el comportamiento del ser humano tan pronto como obtiene algo de poder.
Con apenas un par de conversaciones ya tuve claro que necesitaba entrevistarla y en cuanto se lo propuse, ella accedió encantada. Este es el resultado:
¿Quién es Diana Luis?
Si me pides una respuesta formal te contaré a qué me dedico profesionalmente, dónde vivo, mi edad…
Tengo 30 años y soy una profesora y fisióloga de ejercicio físico convertida en youth worker («trabajador juvenil», profesional que realiza proyectos con gente joven) como freelance.
No tengo ninguna casa formal, a veces me quedo con mi familia en Portugal, a veces vivo en una furgoneta y a veces descubro el mundo.
¿Cuál es la respuesta no-formal?
Soy una persona en busca de experiencias dentro de mis temas de interés (educación no formal, sostenibilidad, inteligencia emocional, feminismo, música, viajes y voluntariado). Me considero empática, solidaria y sensible a los problemas globales.
Intento ser fiel a mis valores y creencias y al papel que desempeño en la sociedad. Soy partidaria de un estilo de vida minimalista, atento al planeta y a las necesidades de los demás y a un mundo con paz y equidad. Me encanta mantener conversaciones profundas sobre el sentido de la vida y deconstruir lo que nos influye como seres humanos (cultura, conceptos creados, valores y creencias).
Hace tiempo descubrí que puedo crear mi propio camino, que cambia muchas veces y eso me hace cuestionar todo constantemente. Considero que es normal dudar y no estar seguro y que, al fin y al cabo, nadie sabe mejor que yo lo que me hará feliz.
Hábleme de la campervan como estilo de vida y de ser nómada en el siglo XXI. ¿Cómo llegaste a tomar esa decisión?
Si me hubieras conocido antes de todo esto hubieras pensado que es imposible que yo lleve este estilo de vida…
Crecí en un pueblo pequeño, de buena calidad de vida pero también con una mentalidad cerrada y la presión de lo que los demás piensan de ti es importante. También porque mi familia es muy tradicional y tener un buen trabajo y una carrera es muy importante. Así que hice todo lo que esperaban de mí. Buena chica, buena estudiante, buenas notas, universidad, máster, profesora universitaria, investigadora, casa, dinero…
Pero una vez que lo tuve todo seguía sin ser feliz. Pensaba: «Yo no encajo aquí, pero este es el único camino, este es el camino que todos siguen pero yo no tengo la motivación para trabajar más horas, para dormir menos, para llenar toda mi agenda con cosas que nunca siento que bastarían para ser suficiente, para tener éxito…»
Así que dejé mi trabajo y me fui de viaje durante 3 meses. Después de eso decidí dejar de compartir mi vida en las redes sociales y no apoyar el consumismo. Para mí fue una gran libertad empezar una vida minimalista sin todas las presiones de tener más cosas que el de al lado. Dejé de vestir acorde a la opinión de los demás y de los estándares de la sociedad.
Cuando volví a Portugal, no sabía lo que quería hacer. Necesitaba una casa, pero al no tener trabajo no quería gastar mucho dinero, así que decidí comprar una furgoneta y reconstruir el interior para convertirla en mi hogar. Hice el cálculo y el dinero que invertí para hacerlo corresponde a la misma cantidad de 1 año de alquiler en una habitación de Lisboa, pero con la furgoneta tengo mi propio lugar, puedo dormir donde quiera y aún puedo vender y recuperar el dinero.
Más que todas las practicidades, lo que me convenció para cambiar mi vida fue la sensación de libertad que el desprendimiento del materialismo trajo consigo. La sensación de crear mi propia vida de la manera que tiene más sentido para mí sin seguir patrones y presiones. La posibilidad de vivir con menos y lo más poderoso de todo: la epifanía de que soy más feliz sin todas las distracciones, los conceptos, los patrones culturales, la educación que hasta entonces había recibido sin haber puesto en duda.
¿Sientes algún tipo de presión por no seguir el camino típico de alguien en la treintena?
No siempre fue fácil, cuestionarlo todo, decirle a mis padres que dejaba mi trabajo de profesora de universidad para vivir como nómada, escuchar comentarios con estereotipos y prejuicios y cada vez que no era lo suficientemente fuerte empezaba a dudar de todo. Lo que me ayudó a hacerle frente a todo fue tener una persona que también compartiera los mismos valores y creencias y me apoyara en todo. Alguien que preguntara: «¿Quién dijo eso? ¿Quién dijo que hay que asentarse? ¿Quién dijo que necesitas un trabajo a tiempo completo? ¿Quién dijo que hay que tener ropa cara para tener éxito? ¿Quién dijo que no se puede vivir como uno quiere? ¿Quién dijo que hay que tener una familia, un coche, una casa e hijos en la treintena para no ser un perdedor? ¿Quién lo ha dicho?»
Has mencionado que hiciste un gran viaje después de dejar tu trabajo…
Sólo para contextualizar; yo era una investigadora y profesora universitaria, a punto de empezar un doctorado porque era necesario para continuar mi carrera en la universidad… Pero no soy una persona de oficina haciendo análisis, me gusta hacer trabajo de campo. Así que dejé este trabajo seguro y reconocido y me fui de viaje. Estuve 3 meses viajando y haciendo voluntariado en Asia (Tailandia, Laos, Vietnam, Camboya e Indonesia).
Llegué a sentir que si el mundo se fuera a acabar no pasaría nada porque era feliz.
Diana Luis
Me sentí joven, salvaje y libre (como la canción) Me arriesgué a dejarlo todo y ser espontánea, a vivir el momento, a no tener planes, a aceptar el hecho de que no pasa nada si no sé lo que va a pasar o lo que quiero.
Viajar durante tanto tiempo con una mochila que me obligaba a priorizar los objetos prácticos y necesarios y ver una cultura tan diferente que vive con menos me abrió las puertas al minimalismo, estilo de vida el cuál aún sigo.
El viaje hizo más sencilla la tarea de relativizar todas las presiones que sentía antes y entender que nosotros como seres humanos no tenemos ninguna obligación en este mundo. Incluso llegué a sentir que si el mundo se fuera a acabar entonces no pasaría nada porque era feliz, estaba llena y completa. Era la primera vez que sentía eso y cuando lo haces sabes que estás en el camino correcto.
Lo último que comprendí fue que tenía el control de mi felicidad y que podía ser lo que quisiera.
Háblame de tu trabajo como creadora de proyectos
Cuando volví a Portugal después de mi viaje descubrí los proyectos Erasmus+ y me enamoré del concepto y de la educación no formal.
El objetivo era crear una sociedad ideal desde cero y darle la forma que nosotros quisiéramos
Diana Luis
Erasmus+ es el programa europeo que apoya la educación, la formación, la juventud y el deporte. En el ámbito de la juventud hay muchos tipos de proyectos y los más populares son los intercambios juveniles, los cursos de formación y el voluntariado. Descubrí otrps aspectos de los proyectos con las que me gustaría trabajar y quería saber más y más. Para mí la mejor manera de adquirir conocimientos era a través de la experiencia, así que empecé a participar en tantos proyectos como pude para entender y ver diferentes formas de trabajar, enfoques, herramientas, aprendizaje con diferentes organizaciones de diferentes países.
Hubo dos organizaciones que me inspiraron sobretodo que fueron la Fundación Olde Vechte y la Fundación Cherry de Ommen (Países Bajos). Sus métodos son el aprendizaje no formal y aprendizaje práctico. Esto significa que la gente aprende espontáneamente participando en actividades enfrentándose a situaciones/preguntas concretas para las que tienen que encontrar una solución, individualmente o en grupo. Hice muchos proyectos con ellos y también como parte del equipo y eso me hizo aprender mucho porque el enfoque y las metodologías son realmente diferentes en comparación con otros proyectos. Usan situaciones de simulación, actividades de «supervivencia», salir de la zona de confort para enfrentarse a diferentes sentimientos.
Para mí, la mejor manera de aprender es haciendo, este es el enfoque y el método que más identifico. Quiero ver cómo es, sentir en mi piel cómo puede ser esto realmente, por eso me encanta lo de la «supervivencia», ponerme en situaciones incómodas y encontrar soluciones, ver cómo puedo superar las situaciones difíciles, cómo de fuerte puede ser el grupo para no dejar a nadie atrás, para apoyarnos los unos a los otros, para demostrarme a mi misma de que soy capaz y darme cuenta de que tengo esa fuerza en mi interior.
A través de estos proyectos fui creando mi propia visión y formando ideas hasta que decidí que era hora de traerlas a Portugal, con la idea de arriesgarme a crear, organizar y facilitar mis propios proyectos para jóvenes. Mi objetivo era centrarme en la capacitación y el empoderamiento de los jóvenes mediante el desarrollo sostenible, la inclusión y la ciudadanía activa.
Así que traje varios de los conceptos mencionados y le di la forma que tenía más sentido con la visión que tengo sobre este proyecto y el impacto que quiero tener. Lo llamamos «Greentopia» (os dejo el enlace de sus redes sociales abajo en caso de que queráis saber más) por su dimensión de desarrollo sostenible, y el objetivo era crear una sociedad ideal desde cero y darle la forma que nosotros quisiéramos.
¿Podrías hablarme de alguno de los proyectos que habéis realizado?
Hacemos un youth exchange que consiste en 10 días de actividad residencial en los que los participantes son guiados a través de una simulación de la vida real. ¿Qué significa esto? Forman parte de una comunidad que ellos debían de construir desde cero, pero como se trata de una experiencia inmersiva y sabemos que la conexión con las personas es una clave importante para este proceso, en la frontera (la llegada de los participantes) tienen que dejar teléfonos, cartera, llaves y cualquier dispositivo electrónico.
Pasan por todo tipo de procesos de malestar, dilema, egoísmo, injusticia, rebelión, culpa… Sin embargo, después de los primeros días de confusión el sentido de comunidad empieza a aparecer, el empoderamiento de lo que pueden hacer.
Diana Luis, sobre uno de sus proyectos
Después realizamos una ceremonia (casi como Hogwarts) para dividirlos a todos en 3 tribus, cada tribu con un guardián que será responsable de ellos y que los tratará según la clase a la que pertenezcan. Estos guardianes harán el papel de los «malos» de la sociedad. Las tres tribus son:
Rojo – clase alta en la sociedad, las mejores habitaciones, la cocina, la piscina, privilegios
Azul – clase media de la sociedad, habitaciones y cocina un poco alejadas unas de otras, se reparten la nevera y algunas instalaciones
Amarillo – clase baja en la sociedad, dormir en tends, cocina al aire libre, trato de exclusión y discriminación.
Cada tribu tiene un dinero local que debe gastar en la tienda local. (ej: 5 min de teléfono, almohadas, sacos de dormir, agua caliente…), banco o bolsa. Pero también tienen que definir cuánto necesitan para cubrir todas la comida y el resto de necesidades.
A través de este diseño experiencial y de aprender haciendo, tienen que reflexionar activamente sobre diferentes aspectos y acontecimientos de nuestra sociedad, sus retos actuales y asuntos urgentes e importantes, enmarcados en gran medida en los objetivos de desarrollo sostenible (por ejemplo, el cambio climático, los hábitos de consumo, democracia, derechos humanos, estilos de vida saludables y sostenibles), qué fallos y obstáculos identifican y qué y cómo cambiarían y cómo darían forma a su sociedad para hacerla más sostenible e inclusiva.
Estos temas se abordan y se reflexiona sobre ellos a través de diferentes métodos no formales como debates, retos, actividades al aire libre, simulaciones, juegos de rol, actividades de trabajo en equipo y de creación de equipos, juegos, deportes, «rompehielos», «dinamizadores», grupos de reflexión, entre otras actividades descritas en el programa adjunto. En general, las actividades hacen hincapié en el trabajo en equipo, la cooperación, la colaboración, el liderazgo, la innovación y la creatividad, el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la autonomía, la responsabilización. El objetivo es que estas actividades conduzcan al desarrollo de competencias personales y sociales clave (por ejemplo, comunicación, toma de decisiones, resolución de conflictos, empatía, tolerancia, solidaridad, inclusión).
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Estas competencias se exploran y desarrollan a medida que tienen que organizarse para garantizar el buen funcionamiento de su pequeña comunidad, desde su estructura y organización hasta los aspectos más básicos de la convivencia. Por ejemplo: cómo toman las decisiones, quién dirigirá y quién seguirá; qué tipo de sistema social y democrático (por ejemplo, ¿decidir por mayoría?); quién gestiona el presupuesto y cómo se divide; quién es responsable de hacer la compra, cocinar, fregar los platos o limpiar; entre otros. El programa incluye actividades para guiar a los participantes y proporcionarles el contexto para reflexionar sobre la estructura y los elementos de su sociedad y aportar conclusiones valiosas (por ejemplo, actividad para la gestión del presupuesto, reflexión sobre los partidos políticos…). Además, a partir de los temas de sociedad que abordan dentro de las actividades, ellos mismos tienen importantes aportaciones las cuales implementan en su sociedad (por ejemplo, cómo promover la inclusión; cómo cooperar mejor).
Cada vez que hacemos este proyecto nos sorprende mucho porque es una experiencia de inmersión para todos y no sabemos cómo reaccionarán. Lo más impactante es la diferencia de conceptos como inclusión, equidad, justicia, de los que es fácil hablar en palabras pero en la pero en la práctica aparecen muchos malentendidos, instintos, necesidades personales y conflictos. También la constatación de lo difícil que es incluir a todos, tomar buenas decisiones y crear algo con lo que todos estén de acuerdo y que tenga en cuenta todas las necesidades.
Pasan por todo tipo de procesos de malestar, dilema, egoísmo, injusticia, rebelión, culpa… Sin embargo, debido al todo propósito detrás de cada actividad que ponemos, después de los primeros días de confusión el sentido de comunidad empieza a aparecer, el empoderamiento de lo que pueden hacer, el sentimiento de superar todos estos obstáculos, la conexión con todo el mundo y la realización de que ellos tienen el apoyo del grupo y que están luchando por un objetivo común, pero también cómo puede cada persona entender el papel individual que quiere tener en esa sociedad y después transferir a la vida cotidiana. Esto forma parte del descubrimiento de «quién soy y quién quiero ser» en este mundo.
Última pregunta… ¿Cuál es el estilo de vida que prefieres? Quiero decir, si pudieras cambiar algo de tu situación actual ¿qué sería?
Mi objetivo es tener un hogar sostenible en un pueblo cerca del mar y de naturaleza. Sólo vivir con lo esencial, trabajar en estos proyectos con jóvenes con menos oportunidades y tener más conocimientos sobre educación y sentido de la vida.
Por ahora, todavía tengo muchas ganas de seguir con la furgoneta, con mis rutinas específicas, muchos proyectos en mente, algunos viajes por hacer y aún no sé cuándo y dónde quiero establecerme. Quiero crecer como profesional, porque soy nueva en este campo y mi objetivo es trabajar como freelance para tener la libertad de seguir viviendo mi vida de la forma que a mí me gusta.