Voy con ilusión a comer en familia.
Ya hace tiempo que no los veo.
Voy sin armas,
pero alguien hace de la mesa un campo de combate.
Va para mí la ofensa,
pero no tengo defensa.
Yo quiero la fiesta en paz,
lo dejo pasar.
A veces, alguien viene a rescatarme,
esa batalla le suena redundante.
En todo caso, me voy con ganas de no volver
si hasta entre familia
tengo que vestir con escudos en la piel.
Gracias por tu comentario ☺️ Me anima a seguir compartiendo.
Me encanta 🙂 La de veces que me he sentido así.