«Elemental, querido Watson», la coletilla más famosa y repetida del inmortal detective creado por Arthur Conan Doyle en 1887, aunque nunca la puso en boca de su personaje. Lo que sí que hizo fue criticar duramente el sanguinario e hipócrita régimen de Leopoldo II de Bélgica en el Congo.

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Conan Doyle y Sherlock Holmes

El 22 de mayo es el día de Sherlock Holmes. Es el aniversario del nacimiento de Sir Arthur Conan Doyle, el famosísimo creador del aún más famoso personaje de Sherlock Holmes. En 2024 se cumplen 165 años.

Sherlock Holmes es posiblemente el personaje que más veces se ha llevado a la pantalla, tanto del cine como de la televisión. Mi versión favorita es la protagonizada por el sin par Michael Caine, uno de los mejores actores que he visto, y otro grande, Ben Kingsley. Se trata de una comedia titulada Sin Pistas (Without a Clue), del año 1988. Sherlock Holmes es uno de mis personajes literarios favoritos. Entré en contacto con él de niño, con la serie de dibujos animados japonesa titulada, cómo no, Sherlock Holmes.

Llegó un momento en que Doyle no pudo soportar el éxito de su creación. Tuvo que matarlo. Y lo hizo en su relato El Problema Final, de 1893, junto a su némesis, el Profesor James Moriarty, el Napoleón del Crimen. ¿Sabíais que el Profesor Moriarty únicamente aparece en este relato? aunque es verdad que se le menciona en alguno más. Es curioso cómo este otro personaje ha pasado al imaginario popular como el peor enemigo del detective. Sin embargo, Sherlock Holmes era tan popular que el escritor tuvo que resucitarlo. Tardó 10 años, pero volvió a reaparecer en El Regreso de Sherlock Holmes. El último relato de Sherlock Holmes es el titulado Shoscombe Old Place, publicado en 1927. Según el «Canon Holmesiano», el personaje es el protagonista de 4 novelas y 56 relatos cortos.

Sherlock Holmes en la pantalla:

En el cine aparece en más de 260 películas como protagonista. La última, otra comedia, Holmes and Watson, de 2018. Aunque es cierto que más recientemente se le pudo ver en Enola Holmes, pero esa es otra historia.

En cuanto a las series y miniseries de televisión, son incontables. Para mí, la mejor es la protagonizada por el fallecido Jeremy Brett, entre 1984 y 1994, Las Aventuras de Sherlock Holmes (41 capítulos), a parte de la ya mencionada de dibujos animados japonesa.

El Estado Libre del Congo: la codicia de un rey

Pero no estamos aquí para hablar de Sherlock Holmes sino de Arthur Conan Doyle. Y es que escribió mucho más que las aventuras del famoso detective. Fue un escritor muy prolífico, escribió novelas históricas, de Ciencia Ficción, de terror y otras muchas obras que no podemos clasificar en estos géneros.

Llama la atención la obra titulada The Crime of the Congo, de 1909, que es lo que realmente nos trae hoy aquí. Esta obra se une a la de muchos otros autores, menos conocidos o simplemente ignorados, sobre la gran catástrofe de la colonización belga de lo que hoy es la República Democrática del Congo.

El comienzo de una pesadilla

Entre 1885 y 1908 el enorme territorio del conocido como Congo Belga fue propiedad particular del rey de los belgas, Leopoldo II. Leopoldo fue coronado rey en 1865 y pocos años después ya mostró su interés en que Bélgica iniciara su aventura colonial. Asia estaba ya copada así que dirigió su mirada hacia África.

La costa del Golfo de Guinea era muy conocida desde finales del s. XV. De allí habían salido rumbo a Brasil y el Caribe cientos de miles de esclavos hasta que el comercio de esclavos fue abolido a mediados del s. XIX. Francia, Portugal, Reino Unido y Países Bajos tenían ya presencia en la zona mediante empresas comerciales. El dominio político pertenecía casi por completo a los portugueses, como descubridores de la zona. Se comerciaba principalmente con los productos de la palma (aceite y pepitas), marfil y, más adelante, con el caucho, quizá el más importante de todos. La zona era increíblemente rica.

Se dice que, entre 1909 y 1960, el Estado Belga tuvo el dudoso honor de no formar ni un solo estudiante universitario nativo, muy pocos terminaron sus estudios de educación secundaria.

El explorador y el rey:

En 1877, el famoso explorador Henry Morton Stanley, en su viaje a través de África, había descubierto que el río Congo era navegable desde el Lago Malebo, relativamente cerca de la costa. A partir de ahí, el interior del continente podría ser fácilmente accesible por la gran red fluvial que lo surcaba. Para ello solamente había que construir una línea de ferrocarril que salvara la parte del río Congo no navegable.

Stanley ofreció sus servicios al gobierno británico para iniciar la aventura colonizadora, pero decidieron desestimar la oferta. Leopoldo II de Bélgica se mostró muy interesado y contrató a Stanley. Casi inmediatamente se formó una sociedad con la colaboración de la empresa más importante de la zona, la neerlandesa Afrikaansche Handels-Vereeniging (AHV). En 1878 se formó en Bruselas el Comité de Estudios del Alto-Congo (CEHC), cuyos principales accionistas eran el rey Leopoldo y AHV. Hubo muchos problemas desde el inicio ya que en 1879 AHV entró en suspensión de pagos. Pero esto no amilanó al rey belga, todo lo contrario, era su gran oportunidad para hacerse con el control total de la empresa y cambió el nombre a Asociación Internacional del Congo.

En 1880 Stanley comenzó a firmar acuerdos de colaboración con los reyezuelos de la zona con el objetivo de agruparlos en una federación con un «presidente» elegido por él mismo. Los franceses en la otra orilla del río estaban llevando otra política distinta, habían conseguido que los jefes tribales le cedieran a Francia la soberanía. A partir de 1882 Leopoldo decidió cambiar de estrategia e imitar a los franceses. Consiguió la cesión de la soberanía con el objetivo de «hacer avanzar la civilización y el comercio». Fue entonces cuando empezó a usarse la expresión «Estado Libre de El Congo».

Reconocimiento internacional:

Ya solamente era necesario que las potencias europeas y EE.UU. reconocieran su soberanía. Doyle afirma que en 1884 el primer Estado que reconoció el estatus del territorio como propiedad del monarca belga fueron los EE.UU. En 1885 Europa lo reconoció definitivamente en la Conferencia de Berlín, donde se reguló el reparto de África entre los países europeos con el fin de evitar conflictos durante la expansión colonial.

Leopoldo decía querer acabar con la esclavitud y mejorar la vida de los habitantes del territorio. El resultado fue todo lo opuesto, un régimen sádico que horrorizaba a gran parte de los europeos que pisaban esos dominios.

La primera fiebre del caucho: 1879 – 1912

Leopoldo contó con el apoyo de Francia y Alemania por lo que Portugal no pudo hacer valer sus derechos históricos sobre el territorio. Se daba así vía libre a la que en 1909 muchos consideraban ya como el dominio más despiadado que pueblo alguno había sufrido por una potencia colonial, estableciéndose el conocido como Imperio del Caucho.

Pero ¿para qué sirve el caucho?

El árbol del caucho es originario de Mesoamérica. Parece que los mayas ya usaban el caucho para fabricar las bolas con las que jugaban a su juego de pelota. Desde el s. XVIII se le había encontrado en Europa ciertos usos (goma de borrar, cintas elásticas…). En 1839, Charles Goodyear descubrió por casualidad la vulcanización del caucho: cómo volverlo más duro, resistente al frío e impermeable, sin perder la elasticidad. Poco a poco se fueron encontrando usos industriales a este descubrimiento. En 1845 el escocés Robert W. Thomson patentó el primer neumático, pero fue otro escocés, John Boyd Dunlop, el que desarrolló el primero con una cámara de aire dentro en 1888, para el triciclo de su hijo.

En realidad, el caucho tiene infinitas utilidades en la vida moderna. Por ejemplo, se utiliza desde finales del s. XIX para el calzado deportivo, en el relato de Sherlock Holmes, Charles Augustus Milverton, ya se mencionan unas zapatillas de tenis con suela de goma. Imaginad cómo sería el atletismo o jugar al baloncesto, al tenis, al balonmano… con unas zapatillas sin una suela de este material.

Como curiosidad, originariamente el color de los neumáticos era blanco, pues ese es el color natural del caucho. Sin embargo, como era muy sucio, la empresa Goodrich Corporation decidió tintarlos con negro carbón en 1885. Esto tuvo resultados sorprendentes más allá del propio color negro: el caucho se volvía mucho más resistente debido a su mayor resistencia a la radiación ultravioleta, actuando además como material de relleno, aumentando su resistencia.

El árbol del caucho se encontraba sobre todo en la Amazonía. En 1876 se comenzaron a exportar semillas y muy pronto empezaron a aparecer enormes plantaciones en el las colonias europeas del sudeste de Asia y en el Estado Libre del Congo. Se convirtió en una pesadilla para muchos pueblos indígenas, sobre todo para los del El Congo y los de la Amazonía de Brasil y de Perú.

El 80% del coltán, fundamental para la producción de nuestros teléfonos inteligentes, consolas de videojuegos, ordenadores… está en la República Democrática del Congo.

La literatura como denuncia

Muchos escritores se hicieron eco de los desmanes que se llevaban a cabo en las posesiones del rey de los belgas, quizá los más famosos sean Doyle, con su obra El Crimen del Congo y Joseph Conrad con El Corazón de las Tinieblas, una de las grandes novelas de aventuras de todos los tiempos. Mucho más tarde, encontramos otra obra interesante sobre este tema, El Sueño del Celta, de Mario Vargas Llosa.Joseph Conrad: el gran escritor de aventuras

Joseph Conrad: el gran escritor de aventuras

Es uno de los grandes escritores británicos de aventuras del s. XIX, aunque en realidad era polaco. Después de muchos sufrimientos y de haber viajado por el mundo como marinero en un barco francés, huyó definitivamente de su patria para evitar ser enrolado en el ejército ruso. Emigró a Inglaterra en 1878, donde entró como oficial en la marina mercante.

En 1890 fue contratado para trabajar en un vapor en el río Congo. Durante 6 meses fue testigo de las atrocidades que estaban ocurriendo en las propiedades de Leopoldo allí.

En 1899 publicó la novela que relata sus experiencias en aquel viaje. El nombre Congo no aparece en ningún momento en la novela pero, es indudable que se refiere a él. Como curiosidad, esta novela fue la que inspiró la famosísima y controvertida película Apocalypse Now (1979), una obra maestra de Francis Ford Coppola, un film imprescindible sobre la Guerra de Vietnam.

Vargas Llosa: el Premio Nobel

El Sueño del Celta (2010) es la obra de Mario Vargas Llosa que narra la historia de Roger Casement, británico nacido en Dublín. Fue testigo de los brutales abusos que se dieron en las plantaciones de caucho tanto en el Congo como en la Amazonía peruana.

Político y diplomático inglés, debido a estas vivencias fue virando hacia la militancia en el nacionalismo irlandés. Tanto el libro escrito por Vargas Llosa como el personaje de Roger Casement son muy interesantes y dignos de una investigación más pausada que este artículo.

El Congo Belga después de Leopoldo II

Finalmente, la propiedad del Estado Libre del Congo pasó a manos del Estado Belga en 1909. Las condiciones no mejoraron mucho. El Congo fue colonia del pequeño estado europeo hasta 1960 en que obtuvo la independencia y estalló la famosa Crisis del Congo; una sangrienta guerra civil a 3 bandas. En ella se vieron involucradas las fuerzas del naciente Estado congoleño en la parte occidental por un lado (apoyados por las tropas de la ONU y los guerrilleros del Che Guervara), contra los rebeldes de la parte oriental; y ambas contra la región de Katanga, en el sur, que contaba con el apoyo por los paracaidistas belgas. Todo el asunto se cerró aparentemente en 1965 con la victoria del Estado oriental. Pero no fue más que el principio.

División territorial de las partes enfrentadas en la Crisis del Congo 1960 - 1965

Se dice que, entre 1909 y 1960, el Estado Belga tuvo el dudoso honor de no formar ni un solo estudiante universitario nativo, muy pocos terminaron sus estudios de educación secundaria.

Desde entonces el país no conoce la paz y todo es debido a sus ingentes y casi inagotables reservas de materias primas. Hay importantísimas minas de cobalto, cobre, uranio, oro, diamantes, casiterita y coltán. Algunos de ellos son fundamentales para el desarrollo tecnológico, en especial el coltán. Tanto es así que en el año 2000 Sony tuvo que retrasar la salida al mercado de la Play Station 2 por la falta de suministro de este mineral, según se publicó en un interesantísimo artículo de la Revista de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Minas y Energía de Torrelavega.

El 80% del coltán, fundamental para la producción de nuestros teléfonos inteligentes, consolas de videojuegos, ordenadores… está en la República Democrática del Congo.

La gran mayoría de las minas de todos los minerales citados anteriormente se encuentran en zonas controladas por guerrillas que se enfrentan desde hace décadas al gobierno de Kinsasa.

Colonias existentes en 2024

Mapa de la ONU donde se detallan las colonias aún existentes en el mundo 
Fuente: www.un.org/dppa/decolonization/es/nsgt#_edn2

El primer tercio del s. XIX marcó el inicio de un imperialismo del que hoy día aún nos resentimos. El proceso de descolonización comenzó inmediatamente después de la II Guerra Mundial y ha continuado casi hasta nuestros días. En el continente africano se inició realmente en 1910 cuando Sudáfrica se declaró independiente del Reino Unido. Se extendió en el tiempo hasta que en junio de 1977 Francia otorgó la independencia a Yibuti y en 1990 lo hacía Sudáfrica con Namibia. Sin embargo, este proceso parece lejos de concluirse. El territorio conocido como Sahara Occidental permanece aún como «territorio sin descolonizar», así lo reconoce la ONU en un listado actualizado el 9 de mayo de 2024, junto a otros territorios en otras partes del mundo.

No nos olvidemos de que en Europa tenemos uno de los casos más singulares: Gibraltar, según lo reconocía el propio gobierno británico; hasta el 1 de enero de 1983 era reconocido oficialmente como Crown Colony, desde esa fecha se conoce como British Oversea Territory.

Gibraltar está incluido en el mismo listado que el Sahara Occidental. En total son 17: 10 pertenecen al Reino Unido, 3 a los EE.UU., 2 a la República de Francia, 1 a Nueva Zelanda y el Sahara Occidental ocupado por Marruecos.

Muchos países llevan desangrándose más de 150 años por el hambre que tiene la industria moderna de sus materias primas, por el consumismo descontrolado y totalmente destructivo en el que estamos sumergidos consciente o inconscientemente. El Congo es quizá el ejemplo más extremo.

Muchísimas personas cambian cada año de teléfono móvil por causas absurdas tales como que algunas aplicaciones no funcionan en el antiguo. Cientos de miles de personas hacen colas a las puertas de algunas tiendas durante horas o incluso días para ser los primeros en conseguir una consola de videojuegos. Nos gastamos miles de millones en aparatos que deberían hacer más fáciles nuestras vidas pero que nos convierten en sus esclavos.

Pero no son todo videojuegos y teléfonos. Hay también aparatos muy útiles, que mejoran nuestra esperanza y calidad de vida, como los utilizados en medicina. Pero ¿quiénes son los principales beneficiarios de esos adelantos tecnológicos? Desde luego las gentes de países como la República Democrática del Congo no.

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