15 de febrero de 2023, Koh Tao, Tailandia

Muy a menudo pienso que estoy teniendo un día muy malo, que estoy mal conmigo mismo. Sin embargo, si me siento y reflexiono, me percato de que no estoy tan mal, de que no tengo un día malo, que no me encuentro mal conmigo mismo, de que tan solo, ahora, en este preciso instante, no me siento tan bien, no me miro tan bien como los días pasados, que me sentía pleno. Es cuando acepto mi estado de ánimo sin resistencia, cuando me empiezo a encontrar mejor.

Pero si eso no funciona, en esos días en los que me siento mal, salgo a la calle y sonrío desde lo más profundo de mi alma, y recibo la sonrisa de la gente de vuelta en mi corazón. Creo que es motivo suficiente para estar agradecido.

Y es que ¡mira que ha habido días malos! Días de estar roto por dentro, de no querer mirarme al espejo. Pero, aún así, si agudizo mi perspectiva, encuentro días infinitamente peores. Y agradezco cómo estoy.

Ayer estuve rodeado de personitas, en mi espacio, respetándolo y haciéndolo respetar. Compartiendo, pudiendo mostrarme cómo soy, sin sentirme juzgado. Almas bonitas a las que yo también cada vez juzgo menos, lo que me permite ver la luz en su interior. Y agradezco cómo miro a los demás y cómo me dejo empapar por su amor. Estaba en una piscina de un hotel con vistas al mar, sin tener que pagar por ello, con gente feliz, con trabajadores tranquilos, que no están explotados. Agradezco el entorno que me rodea.

Por la noche caí frito en la cama a las 22:30 con la babilla colgando, mientras me dejaba sumir en un sueño profundo. Al despertarme tenía el recuerdo de aquella ensoñación: me encontraba en una preciosa isla en Indonesia, pasando mis días meditando y leyendo, en paz absoluta. Me siento agradecido por donde me llevó mi subconsciente.

También me siento bendecido porque ayer saliese el sol. Pero es que hasta cuando no salga el sol, el cielo esté gris, me amenace una tormenta, y no pueda ni moverme, segurié respirando. Hay fuego en mí, lo puedo sentir… Tan solo tengo que escucharme. Cultivando la observación y el amor hacia el fuego de mi interior, ese amor a lo que realmente soy, puede tronar o arder el mundo, que dentro de mí la llama seguirá candente.

El día que esa llama se vaya, que se transforme, el día que deje de respirar, será para recibir la paz, para sentirme agradecido por todo lo que he respirado, por este capítulo de mi eterna aventura.

Tailandia

Ahora mismo me encuentro sentado, tranquilo, en posición cómoda, y miro por la ventana y veo dos ardillas jugar en unos árboles. De fondo escucho las chicharras anunciando el principio de un nuevo día, los gekkos llamándose unos a otros, los pájaros piando La mayor de la isla. Las hojas de los árboles muestran el amarillo del alba, te ofrecen esa luz en la palma de sus manos…

En este preciso instante sé que cuando no me sienta vivo siempre podré mirar a mi alrededor, sentir cómo todo respira, y cómo respiro yo con lo que me rodea, siendo uno con el universo ¿No es eso de agradecer?



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