Filmin estrena el próximo 29 de octubre, en exclusiva en España, «Alice y Jack» una miniserie de 6 episodios protagonizada por dos pesos pesados de la interpretación británica: Andrea Riseborough, nominada al Óscar por su papel en «To Leslie» y vista en títulos como «Mandy» o «Possessor», y el irlandés Domhnall Gleeson, que se dio a conocer en la saga «Harry Potter» y ha participado en películas como «Ex Machina» o «Una cuestión de tiempo». Ambos son, respectivamente, Alice y Jack, cuya relación de pareja, repleta de altibajos, errores y desencuentros, conocemos en la serie a lo largo de 16 años. Victor Levin, productor de «Mad Men» y director de películas como «La boda de mi ex» o «5 a 7», es el creador y guionista de una serie dirigida por el camboyano Hong Khaou («Lilting») y el finlandés Juho Kuosmanen («Compartimento Nº 6«). Curiosamente, Riseborough y Gleeson ya habían sido pareja en la ficción, en la película de 2010 «Nunca me abandones».

Podéis ver el tráiler a continuación:

Crítica

Es una difícil tarea hacer una serie de comedia romántica que parezca fresca u original, con personajes bien escritos, y que no sea completamente olvidable: muchas son buenas, libres de grandes fallas, pero carecen de un elemento distintivo que haga que recurras a ella en un futuro, que tu mente se encuentre volviendo a sus imágenes sin tu planearlo. Para mí, eso es lo que convierte una buena serie o película en una genial, cómo evoluciona el texto fílmico en los días, semanas o meses después de su visionado. Alice y Jack empieza de forma prometedora, tal así que empecé a emocionarme pensando que se estaba empezando a dibujar el retrato de unos personajes que iban a permanecer por mucho más tiempo conmigo que el estipulado por su minutaje. Los dos primeros episodios son un deleite: están bien dirigidos y sus personajes muy bien escritos: Gleeson está divertido y encantador, Riseborough intrigante y misteriosa. También los secundarios, siendo Paul (interpretado por Sunil Patel), el mejor amigo y colega de Jack, el mayor robaescenas de la serie.

Domhnall Gleeson junto a Suni Patel

Y te lo consiguen vender, y empiezas a pensar que ésta serie será distinta con sus impresionantes diálogos, con cómo se dibujan los personajes; ella complicada y ambiciosa, él un bonachón de gran corazón. Y te dejas llevar por la gran ternura de la serie que no es gratuita ni llena de clichés, son escenas como cuando hacen dormir a un bebé al ponerlo encima de una secadora en marcha o frases como esta: «solo quiero estar justo aquí en este preciso momento y después quizá el próximo momento sea tan bueno como éste y luego el siguiente después de ese. Y pronto empiezas a hablar de toda una vida llena de grandes momentos».

Levin define «Alice y Jack» como «una historia de amor inusual»: «No creo que se ajuste a la fórmula a la que algunos espectadores pueden estar acostumbrados y a la que yo ciertamente estaba acostumbrado. Habla sobre el caos del amor, las dificultades que conlleva y la necesidad de luchar por el amor de una manera que quizás otras historias no acentúan tanto», expone. Y es desde luego inusual, más ácida de lo que uno podría esperar. A partir del tercer episodio, los errores de sus protagonistas empiezan a repetirse y exagerarse, y cómo espectador uno empieza a preguntarse: ¿qué es lo que la serie me está intentando decir? ¿cuando hay que dejar de luchar por el amor por el bien de uno mismo?

Sus acciones se tornan tóxicamente repetitivas y los años se suceden sin señal de progreso y uno se pregunta hasta que punto la resiliencia es cualidad positiva y cuando ésta empieza a ser señal de estupidez. Pero no, la moraleja es otra, la necesidad de «luchar por el amor» como dice Levin, vemos eso en los dos episodios finales, que reenderezan la serie de forma extremadamente dramática.

Mi única crítica es, al fin y al cabo, absolutamente personal. La serie está bien escrita, las interpretaciones son brillantes y la puesta en escena es silenciosa pero hermosa, pero simplemente no me gusta la naturaleza de la trama y las elecciones detrás de ésta. En algún momento del tercer capítulo el desarrollo de la trama me escupe, me parece demasiado exagerado ese típico toma y daca característico de éste tipo de series, donde se dan pasos para alante y uno para atrás hasta llegar a la destinación. Y la destinación de esta serie es bella, pero no puedo decir que la haya disfrutado más que su principio y desde luego tengo sentimientos encontrados con los desenlaces extremadamente dramáticos y no sé hasta qué punto justificados.

Consiguió, eso sí, tocar algunas teclas que me hicieron pensar y cuestionar a sus personajes y decisiones, en contraste a mi forma particular de entender las relaciones. En ese sentido es brillante. Recuerdo años atrás ver una serie romántica danesa objetivamente hermosa, Así es mi vida se llama, absolutamente estética tanto en su cinematografía como en su trama, pero vacía en ese esteticismo. Alice y Jack no es así, es más irregular y se retuerce en sí misma y sus problemas, pero te plantea dudas respecto a tu impresión de sus protagonsitas, que vas cambiando a medida que avanza la serie. Con ecos de One day de Netflix pero definitivamente menos redonda (aunque quizá más significativa), Alice y Jack es un producto definitivamente interesante al que te invito que le des una oportunidad.



¿Quieres que te avisemos cuando publiquemos artículos de cine y televisión?

Sucríbete a nuestra newsletter de cine y tv para que únicamente te avisemos de los artículos que te interesan

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *