Las fronteras que forman los países son todas ellas artificiales. Aunque por otro lado es algo natural, muchísimos animales marcan su territorio para que sus congéneres no entren o sepan que la zona está ya ocupada. Lo que está claro es que la intervención de estos trazadores de líneas forja conflictos.
Tabla de contenidos
- Fronteras: naturalmente artificiales
- Lord Curzón, el trazador incansable
- Cyril Radcliffe: trazador contrarreloj
- La línea MacMahon y China
- Lecciones y consecuencias
Fronteras: naturalmente artificiales
En muchos lugares, sobre todo en Europa, las fronteras las marcan los accidentes geográficos como los ríos o las montañas, tenemos multitud de ejemplos. Me gusta pensar que aunque las montañas como los Pirineos o los Alpes separan, los ríos como el Rin o el Danubio son arterias que unen. Otros muchos lugares no tienen esa “fortuna” y los trazadores de líneas han intervenido profusamente. Sus nombres y apellidos en muchos casos se han perdido en las brumas de la Historia, pero hay algunos que son bien conocidos.
Muchas de esas fronteras se respetan por tradición. Se establecieron en un momento más o menos remoto de la historia y a ambos lados se decidió que era algo justo y que debía ser respetado (al menos por el momento). Como se ha visto tantas y tantas veces, no se trata de algo precisamente sencillo.
Cyril Radcliffe fue el encargado de trazar la línea que dividiría el Raj británico entre India y Pakistán en 1947. Nunca antes había estado en la India y no volvió nunca más. Esta es una de las fronteras más calientes del mundo y su trazado se llevó a cabo en 5 semanas. Como él mismo comentó en una entrevista, de la que se hace eco un artículo de la BBC, habría necesitado al menos 2 ó 3 años para hacer mejoras en su labor.
Sin embargo, en otros muchos casos son líneas muy recientes que han provocado graves conflictos. Principalmente porque alguien decidió crear países donde nunca antes habían existido, agrupando etnias durante siglos enfrentadas o separando pueblos con una historia común; dejando comarcas o regiones a uno u otro de la frontera, creando tensiones entre los nuevos países.
En muchos casos la labor de los trazadores de líneas es plenamente reconocible en los mapas. Hay fronteras totalmente rectas, como trazadas con una regla sobre un papel. En casi ningún caso se tuvo en cuenta a la gente que se dejaba a uno u otro lado. África es el mejor ejemplo, la mayor parte de los países, por no decir todos, fueron creados artificialmente durante el proceso de descolonización que vino justo después de la II Guerra Mundial. Esas rectas fronteras son características de los países del desierto del Sahara, pero las hay en muchos otros lugares.
Sin duda alguna, el más grande de todos estos trazadores de líneas podría ser el papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia). Para qué andarnos con chiquitas, repartamos el mundo entre Castilla y Portugal, al menos eso es lo que se firmó en 1493 en el Tratado de Tordesillas (que vino a modificar el anterior Tratado de Alcaçobas-Toledo). Después de él, ya ninguno llegaría a esos extremos.
Otro nombre propio del que ya hemos hablado en otro artículo anterior fue el Mayor General Peter Young, que con su famoso lápiz verde trazó la división actual de Chipre. Hoy en día todo el mundo (menos Turquía) la reconoce como un único país y forma parte de la UE de pleno derecho. Sin embargo está dividida en dos y una misión de la ONU separa a las partes en conflicto.
Lord Curzón, el trazador incansable
Sus comienzos en la India
Lord Curzón fue un personaje que realmente marcó una época. Entre 1899 y 1905 fue virrey de la India, uno de los cargos más importantes del imperio británico, era el rey en nombre del rey en la joya de la Corona. Tenía un poder enorme. Su labor de trazador de líneas comenzó en este periodo, creando la Provincia del Noroeste, en el actual Pakistán. Más tarde, en 1905, trazó la frontera que dividiría la provincia de Bengala en dos partes, una con una gran mayoría hindú y otra con una población bastante equilibrada entre musulmanes (58%) e hindúes (42%). Solamente fue una fuente de problemas y malestar político, por lo que en 1911 se volvió a la situación anterior.
La frontera oriental de Polonia
Después de la I Guerra Mundial, se produjo un proceso enormemente traumático de desintegración de imperios. El austrohúngaro, el ruso, el alemán y el otomano, fueron cuarteados en mayor o menor medida. Todo esto dio como resultado el nacimiento de numerosos estados cuyas fronteras parece que se trazaron a propósito para crear países pequeños y débiles con conflictos entre ellos. Ya se sabe, el clásico divide y vencerás. Nacieron Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Austria, Yugoslavia, Estonia, Letonia, Lituania y Finlandia.
Polonia fue el estado más grande nacido de todo ese desbarajuste. Después de algo más de 100 años recuperaba su independencia. El problema principal estaba en las fronteras orientales. Rápidamente estalló la guerra entre el naciente estado polaco y la URSS. Se trazó la Línea Curzón para tratar de fijar y la frontera tras el final del conflicto pero, los inesperados éxitos polacos la llevaron mucho más al este. La línea Curzón en realidad no satisfacía a nadie. Volvió a ponerse sobre la mesa años después, en 1945 los soviéticos la impusieron como frontera oriental definitiva para la nueva Polonia «liberada». En realidad todo el país se movió hacia el oeste y millones de personas también.
Oriente Próximo
El caso de los territorios del extinto Imperio otomano es otro caso paradigmático, debido a las continuas tensiones que aparecen casi a diario en las noticias. Irak es uno de los ejemplos más claros. En realidad nunca existió un estado con ese nombre. En la Edad Media se conocía así a la Baja Mesopotamia. El actual Irak es el resultado de la unión de los 3 valiatos o provincias en que el imperio otomano dividía Mesopotamia: Basora, Bagdad y Mosul.
En la Conferencia de El Cairo en 1921, en la que intervinieron entre otros Lord Curzon, W. Churchill, T. E. Lawrence y Gertrude Bell, se decidió su creación. Era una zona con tres población diferentes, con pocas cosas en común entre ellas. Ni siquiera en la ciudad de Bagdad la población mayoritaria era árabe. Lo importante era que, con la creación del país, Gran Bretaña controlaba los enormes yacimientos petrolíferos de la zona. Pretendían ejercer un gobierno directo sobre el territorio. El resultado fue una gran rebelión, controlada a sangre y fuego. Esto les convenció de que poner un rey árabe al que pudieran manejar a su antojo era una mejor opción. El príncipe Feisal, de la familia de los Hachemitas fue el elegido. En Jordania, de igual manera, se colocó a su hermano el príncipe Abdullah.
Siria (junto con el Líbano) se cedió a Francia. Palestina (lo que hoy es Israel, la Franja de Gaza y Cisjordania) quedaban directamente bajo el gobierno del Reino Unido, haciéndose cargo del mandato dado por las recién creadas Naciones Unidas.
Las fronteras de los nuevos países eran sospechosamente similares a las que habían sido trazadas en el tratado secreto de Syckes-Picot
Cyril Radcliffe: trazador contrarreloj
Otro de los nombres destacados es el de Cyril Radcliffe. Este burócrata británico fue el encargado de trazar la línea que dividiría el Raj británico entre India y Pakistán en 1947. Nunca antes había estado en la India y no volvió nunca más. Esta es una de las fronteras más calientes del mundo y su trazado se llevó a cabo en 5 semanas. Como él mismo comentó en una entrevista, de la que se hace eco un artículo de la BBC, habría necesitado al menos 2 ó 3 años para hacer mejoras en su labor.
La joya de la Corona Británica
El Raj británico era un territorio inmenso que abarcaba lo que hoy en día son Pakistán, India, Bangladesh, Ceilán y Myanmar (la antigua Birmania). Los británicos llevaban en el subcontinente Indio desde el s. XVIII. Su expansión había comenzado con la derrota de las fuerzas francesas, que también aspiraban a su dominio. La Compañía Británica de las Indias Orientales, una empresa privada con su propio ejército y sus propios intereses, era dueña y señora de la India. Poco a poco, por medio de acuerdos comerciales y políticos se habían ido haciendo con el control de gran parte los principados que, nominalmente, formaban parte del imperio mogol.
Sin embargo, la situación era muy inestable, tanto que en 1857 todo estalló por los aires. Una enorme revuelta se extendió por gran parte del territorio. Fue extremadamente violenta y duramente sofocada. La India era la joya de la corona, no podían arriesgarse de nuevo a perderla. Por ello la reina Victoria se intituló emperatriz de la India y se creó el Raj. A partir de entonces la Corona se hizo cargo directamente. El parlamento británico empezó a nombrar Virreyes y a implementar programas de reformas económicas, culturales y políticas, dirigidas a afirmar aún más el dominio colonial británico. Era la principal fuente de materias primas para la industria británica, sin ella perderían el dominio comercial e industrial que ostentaban.
A finales del s. XIX la lucha política por lograr la independencia estaba plenamente en marcha. El Congreso Nacional Indio (principal partido nacionalista) y más tarde la Liga Musulmana trabajaron duramente por ello. Se vio claramente el peligro, tanto que después de la I Guerra Mundial comenzó un periodo reformista dirigido a reprimir políticamente a los hindúes. Fue en estos momentos cuando Gandhi se convirtió en el líder del movimiento independentista. Surgió algo totalmente nuevo, un independentismo pacífico, que promovía la resistencia no violenta y la no cooperación. Los británicos no sabían cómo hacer frente a una revuelta donde no había violencia que reprimir.
Poco a poco, el Congreso Nacional Indio fue haciéndose con mayores parcelas representativas en el parlamento Indio. Cuando estalló la II Guerra Mundial claramente se vio que los británicos no podrían seguir controlando la India y se llegó a un acuerdo para su independencia, que tendría lugar en 1947.
En este proceso se tomaron decisiones que luego se revelarían dramáticas. Entre ellas podemos destacar dos:
- Pakistán y Bangladesh pasaron a formar un solo país, por el mero hecho de que había una mayoría de población musulmana en ambos. Esto dio lugar a un desastre enorme, con una guerra que acabó por separar ambos territorios en 1971.
- Se dejó sin especificar a qué estado pertenecería Cachemira. Era un estado con mayoría de población musulmana pero gobernado por una minoría hindú. Rápidamente estalló una guerra cuyo resultado fue una división. Se trazó una «línea de control», quedando la parte norte del lado pakistaní y la parte sur del lado indio. Desde entonces es un territorio en disputa donde China también tiene reivindicaciones. Los tres países ejercen su soberanía sobre partes del región. El problema de Cachemira es otro de esos «asuntos» aparentemente irresolubles que son constantes focos de tensiones.
La línea MacMahon y China
Como ya hemos comentado, China también tiene tensiones fronterizas con la India. Como narra la BBC en un interesante artículo, en Pekín dicen tener buenas razones.
Para empezar, China considera que una parte de Cachemira pertenece al Tíbet y por lo tanto está dentro de su territorio. Esta zona está militarmente ocupada por tropas chinas.
Por otro lado, hay una amplios territorios más hacia el este. La línea MacMahon debe su nombre a otro insigne trazador de líneas, Sir Henry MacMahon. Entre 1913 y 1914 se marcó la frontera entre India y Tibét. Permaneció así sin muchos problemas hasta 1947. China no había ratificado el acuerdo y desde entonces son territorios en disputa. Fueron ocupados por los chinos durante la guerra chino-india de 1962 y devueltos un año más tarde. Aún hubo otras dos guerras más, en 1967 y en 1987. Hoy en día, China e India siguen manteniendo enconadas discusiones sobre estos territorios y no parece que avancen hacia un entendimiento.
Lecciones y consecuencias
Estos son solo unos pocos ejemplos que muestran claramente cómo las decisiones tomadas en el pasado nos afectan profundamente en el presente. Por ello, es fundamental entender la responsabilidad que tienen en muchos casos las antiguas potencias coloniales en los conflictos actuales.
Todo esto debería enseñarnos lo importante que es tener en cuenta la riqueza cultural y social a la hora de delimitar territorios. Es algo realmente complicado, pero es fundamental hacerlo llevando a cabo acciones que permitan la participación real de la población para evitar que continúen repitiéndose errores del pasado.
Si queremos resolver de forma eficaz, solida y duradera los conflictos, se deben respetar las identidades y las aspiraciones de las poblaciones locales y promover el diálogo y la cooperación. ¿Seremos conscientes en algún momento de que la imposición de soluciones externas no solo no soluciona nada sino que tiende a crear problemas futuros? Verdaderamente, parecen lecciones difíciles de aprender.