Bodas de sangre (puedes comprarla aquí) es una tragedia de Federico García Lorca que se escribe en 1931 y se estrena el 8 de marzo de 1933 en Madrid. Su éxito es relativo, pero su estreno en Buenos Aires supone un auténtico triunfo para el escritor. Alcanza las 150 representaciones y, a consecuencia de esto, logra una enorme popularidad en España. Según el autor, Bodas de sangre sería el primer eslabón de la Trilogía de la Tierra. A esta obra le seguirían Yerma y otra tragedia titulada “Las hijas de Lot” o “La destrucción de Sodoma”. Sin embargo, se desconoce si esta última se perdió o no llegó a escribirse. Con el paso del tiempo, se empezó a incluir La casa de Bernarda Alba en esta trilogía, sin embargo, el autor no la consideraba una tragedia sino “drama de las mujeres de los pueblos de España”.

El argumento de Bodas de Sangre

Lorca escribe Bodas de sangre a partir de un suceso que transcurrió en Níjar, un pueblo de la provincia de Almería. Durante la celebración de una boda en un cortijo, la novia se fuga con su primo, quien se oponía al enlace. En la huída, son sorprendidos por un enmascarado que resulta ser el hermano del novio. Este hombre dispara al primo de la Novia y lo mata. Esta noticia impactó profundamente a Lorca, quien desde 1928 hasta 1933 fue gestando el esquema de la obra, la cual redactó en pocos días: la Novia, que está a punto de contraer matrimonio, se fuga con Leonardo, antiguo amor, momentos antes de la boda. Él ya está casado y ha tenido recientemente un hijo.

Sin embargo, el enlace frustrado y la infidelidad no son lo que constituye el eje central de la tragedia. La Novia siente un gran aprecio y afecto por el Novio, desearía poder amarle porque él le aporta paz, tranquilidad y calma. La auténtica tragedia es la imposibilidad de controlar los impulsos más primarios y animales: la Novia y Leonardo no pueden mantenerse alejados el uno del otro por mucho que lo intenten y al final terminan sucumbiendo a sus instintos.

Análisis de Bodas de Sangre

Esta tragedia supone un nuevo punto de contacto con la realidad, pero no deja de lado el surrealismo. En la obra aparecen elementos irreales como la Luna personificada o la Muerte como mendiga. Un matiz renovador es que, a diferencia de Romancero gitano, aquí los elementos de la naturaleza no ayudan a los amantes, sino que los delatan para que sean descubiertos. En “Preciosa y el aire” (Romancero Gitano), los elementos de la naturaleza se horrorizan ante el asedio que sufre Preciosa por parte de su perseguidor, “frunce su rumor el mar.//Los olivos palidecen.//Cantan las flautas de umbría//y el liso gong de la nieve.”
(v.33-36). Sin embargo, en esta misma composición ya se puede apreciar, en cierto modo, la inversión del tópico de los elementos naturales: se representa al violador por medio del aire. Esto queda reflejado en “El viento-hombrón la persigue//con una espada caliente.” (v.31-32). En Bodas de sangre este recurso ya se ha consolidado por completo. La muerte, representada en el papel de la Mendiga, afirma que la Novia y Leonardo “de aquí no pasan”. La Luna también pronostica que ambos “no podrán escaparse”. Ella, en lugar de ocultar a los amantes, los ilumina para que su perseguidor logre encontrarlos más fácilmente. De hecho, la propia Mendiga dice “Ilumina el chaleco y aparta los botones, que después las navajas ya saben elcamino”.

En referencia a los personajes, cabe destacar la gran complejidad con la que están construidos. De entre todos ellos, el único que posee nombre propio es Leonardo. Esto no es fruto del azar, Lorca le otorga nombre propio porque es el personaje más individualizado: tiene un carácter extremadamente temperamental y es el engranaje que pone a funcionar el mecanismo de la trama. Por contra, el resto de personajes no tienen nombre propio. Son referidos como la Novia, el Novio, el Padre, la Madre, la Suegra…sin embargo, esto no significa que sean menos relevantes. Lorca no les da un nombre propio porque quiere cargar la historia de un matiz más impersonal, como si esa tragedia particular de aldea pudiera trasladarse a muchas otras. La caracterización de la Novia puede verse muy detalladamente
durante la huida con Leonardo. Inicialmente, ella no desea seguir escapando, le dice “Desde aquí yo me iré sola. ¡Vete!”. No obstante, inmediatamente después se aprecia la contradicción que vive dentro de la Novia “no quiero contigo cama ni cena, y no hay minuto del día que estar contigo no quiera”. A continuación, muestra preocupación por él “He dejado a un hombre (…) en la mitad de la boda. Para ti será el castigo y no quiero que lo sea. ¡Déjame sola! ¡Huye tú! No hay nadie que te defienda”. Esta fuerza que les empuja a huir juntos es achacada a la naturaleza por parte de Leonardo, “La culpa es de la tierra, y de ese olor que te sale de los pechos y las trenzas”. Aunque entre ellos discuten y sus personalidades chocan, también hay un sentimiento pasional muy intenso. Leonardo afirma “vámonos al rincón oscuro, donde yo siempre te quiera, que no me importa la gente, ni el veneno que nos echa”.

En medio de todo este arrebato pasional, aún hay preocupación por el concepto de honra. La Novia le dice a Leonardo “Llévame de feria en feria, dolor de mujer honrada, a que las gentes me vean, con las sábanas de boda al aire como banderas”. Pese a que ha escapado de su boda, por parte de la Novia no ha habido infidelidad: a efectos prácticos sigue guardando la honra en sentido de virginidad porque no ha mantenido relaciones de ningún tipo ni con el Novio ni con Leonardo. Siente que merece el castigo de ser expuesta de “feria en feria”, pero ella exhibirá las sábanas de boda como muestra de su “pureza” porque no están manchadas de sangre (símbolo clásico asociado a la pérdida de la virginidad en la
mujer). Esta idea se reafirma cuando la Novia se refiere a sí misma con el oxímoron “mujer perdida y doncella”. El sentimiento de unión pasional por parte de los personajes se mantiene hasta el último momento, Leonardo dice “ Si nos separan, será porque esté muerto” y la novia contesta “Y yo muerta”.

También es muy relevante el papel de la Madre del Novio. Lo que siente por su hijo es prácticamente devoción, pero también ejerce sobre él un gran control. Dado que entre ellos existe una unión tan fuerte, el sentimiento de pérdida de la Madre cuando muere su hijo es extremadamente intenso. Ella describe ese vacío que siente como “Una mujer que no tiene un hijo siquiera que poderse llevar a los labios”. Estas palabras reflejan una concepción de la maternidad antropofágica, como si fuera costumbre en las madres llevarse a la boca a sus hijos. La Madre se presenta a sí misma, dentro de su concepción de lo que debe ser una mujer, como una mujer desnaturalizada: una madre carente de hijos. Esto transmite una sensación desgarradora a la par que inquietante.

Por otro lado, también es muy significativa la conversación final entre la Novia y la Madre. La Novia acude a la Madre buscando la muerte, pero se muestra ofendida cuando se pone en cuestión su honradez, “quiero que sepa que yo soy limpia, que estaré loca, pero que me pueden enterrar sin que ningún hombre se haya mirado en la blancura de mis pechos”. La Novia siente la necesidad de justificarse, “Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera, y tu hijo era un poquito de agua (…) pero el otro era un río oscuro.” Para la Novia, el Novio representaba la calma y la tranquilidad mientras que Leonardo desataba todos los instintos más primitivos que no le permitían seguir avanzando. Llega a afirmar que ella no quería huir, pero no fue capaz de evitarlo “Yo no quería (…). Tu hijo era mi fin y yo no lo he engañado, pero el brazo del otro me arrastró como un golpe de mar (…) y me hubiera arrastrado siempre.” La Madre pone en duda la honradez de la Novia y ella se defiende, pero sus palabras no la conmueven porque ella solo repara en que ha perdido a su hijo, “¿Qué me importa a mí tu honradez?”. En último momento, la Novia se siente unida a la Madre en el desconsuelo de la pérdida y desea que lloren juntas, pero la Madre le niega esta petición de forma tajante y rotunda, “Llora. Pero en la puerta.”. Hasta el último instante se muestra completamente fría hacia la Novia y reprime cualquier sentimiento de empatía incluso antes de que aflore.

En conclusión, Lorca refleja una tragedia particular desde una perspectiva universal. Por medio de un conjunto de personajes extremadamente humanizados, refleja el modo en que los instintos primitivos y las pasiones logran dominar la parte más racional de los individuos si se dan las circunstancias adecuadas.


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