Como fan del cine de Woody Allen, esperaba Golpe de Suerte con grandes expectativas. Ya me dejó frío con su anterior Rifkin’s Festival, y por ello, agarduaba con ansias un estreno del director neoyorkino con el que poder disfrutar. Al fin y al cabo, me empecé a aficionar a su cine en el ocaso de su carrera, habiendo tenido la oportunidad de ver en el cine simplemente Día de lluvia en Nueva York (que por cierto, me encantó), además de las otras dos películas ya mencionadas. Lejos quedan ya sus tiempos más gamberros con sus comedias hilarantes como Toma el dinero y corre (1969) o Bananas (1971), sus brillantes incursiones al género romántico con Annie Hall (1977) o Manhattan (1979), sus sobresalientes dramas de los 80 como Septiembre (1987) o Otra mujer (1988), o sus apabullantes 90, donde realizó obras maestras como Deconstructing Harry (1997). Con la llegada del siglo XXI, Allen se volvió irregular, aunque no menos prolífico. Seguía regalando películas destacables, aunque cada vez con menos frecuencia. Atinó con Match Point (2005), Whatever Works (2009) y Blue Jasmine (2013), por poner algunos ejemplos, aunque el desgaste y la edad del director empezaban a notarse (a día de hoy tiene 87 años). En ese contexto se estrena Coup de Chance, un film con ecos de Match Point, aunque francamente, las comparaciones hacen flaco favor a la cinta que nos ocupa hoy.

Niels Schneider y Lou de Laâge en Golpe de Suerte
Niels Schneider y Lou de Laâge en Golpe de Suerte

Crítica de «Golpe de Suerte»

Empezaré diciendo que Golpe de suerte es una buena película. Tiene una bonita fotografía y una interesante historia que en ningún momento aburre. El problema es que tratándose de un producto Woody Allen, es bastante mediocre. Más que nada porque no se desmarca lo suficente de su particular estilo como para que no se realicen comparaciones, que sí, son odiosas, pero también inevitables.

Viendo algunas de las películas de Allen uno tiene la impresión de ya haberla visto antes, y con Golpe de suerte sucede así. Repite muchos de sus elementos habituales (clase alta, infidelidades, azar) aunque se olvida de traer consigo su tan característica comedia. En su todo, es claramente una comedia, pero sin embargo, apenas me reí viéndola. Esto ya es a gusto personal, pero las carcajadas que Woody Allen me ha sacado no tienen precio, incluso en sus películas más mediocres. Es probable que cintas como Scoop (2006) o Hollywood Ending (2002) sean peores películas que Coup de Chance, pero recuerdo reírme y disfrutar con ellas. Al fin y al cabo, desde sus inicios en el mundo del stand up ese es uno de los grandes reclamos del cineasta neoyorkino: lo mucho que te divierte. Y a mí, Coup de Chance, no me hizo gracia.

Cuando Allen no hace gracia, le pides otras cosas a cambio, y él suele corresponder. Lo hizo con Match Point y Delitos y Faltas, por ejemplo. Cintas claramente serias, más centradas en los aspectos dramáticos, con mucho que ofrecer y donde Allen demostró ser mucho más que un gran cómico. Golpe de suerte se queda, sin embargo, en terreno de nadie. No es graciosa, ni tampoco seria, es una película amable y fácil de ver. Su acercamiento al tema de la suerte es de lo más superficial y no exige nada al espectador.

Sus diálogos, que con los años se han convertido cada vez más empalagosos y menos realistas, tampoco ayudan, siendo el personaje interpretado por Niels Schneider la máxima expresión de ello. Me sentía incómodo escuchando sus frases, y por lo que tengo entendido, no soy el único: los intérpretes cambiaron parte del guión sin el consentimiento de Allen debido a que parecía «una película de televisión cursi».

Woody Allen en Golpe de suerte
Woody Allen no entendiendo nada de lo que dicen sus actores

Además, quizá será por culpa de la falta de dirección por parte de Allen o por el ya mencionado guión, pero las actuaciones de Lou de Laâge y Melvil Poupaud me parecieron bastante sobreactuadas, algo bastante grave considerando que la mayor parte del peso dramático recae en ellos. Aunque aplaudo el atrevimiento de Allen de rodar la película íntegramente en francés, estoy seguro de que en inglés hubiera podido matizar varios aspectos a mejorar.

En conclusión, Coup de chance se queda como una sobria (posible) despedida para el que es uno de los mejores directores y guionistas de la historia del cine.


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